sábado, 18 de abril de 2009

GERDA TARO, CAZADORA DE LUZ


A Gerda Taro estar viva, mientras miles de milicianos perdían la vida en el frente de batalla, le parecía desleal. Ella tuvo el honor de ser la primera reportera de guerra muerta en acción de combate durante la guerra civil española. El 26 de julio de 1937, pocos días antes de cumplir veintisiete años, mientras regresaba del frente de Brunete subida en el estribo del coche del general Walter, fue embestida por un tanque republicano que perdió el control durante una ofensiva de la aviación nacional. Llegó viva al hospital de El Escorial y falleció horas después en una operación desesperada sin anestesia. Durante esa breve tregua se interesó por su material fotográfico e hizo llegar la noticia de su accidente, vía telegrama, al fotógrafo Robert Capa, quien supo del suceso en París mientras leía un diario en la consulta del dentista.

Gerta Pohorylle, hija de judíos polacos, había emigrado a Francia huyendo de la policía de Hitler. En París conoció al húngaro Endre Ernö Friedman, de quien aprendió el arte de la fotografía. Las imágenes que ambos intentaban colocar en las revistas francesas no les sacaban de la pobreza y Gerda tuvo la oportuna idea de imaginar un fotógrafo americano al cual ellos representarían en el extranjero, en calidad de secretaria y ayudante de laboratorio, respectivamente. Así nació el mítico Robert Capa.

Gerda viajó a españa en cinco ocasiones, en tres de ella acompañada de Friedman y sola las otras dos. La creciente ligereza de los equipos fotográficos permitía a los reporteros trabajar en el corazón de la contienda. Acompañada de su inseparable Rollei Flex, dejó testimonio junto a Friedman de los sucesos sangrientos de aquellos años, primero bajo la firma común de Robert Capa y posteriormente, cuando finalizó la relación sentimental que los unía, con la suya propia. Le llegó un tardío reconocimiento merced a su testimonio gráfico en la primera parte de la batalla de Brunete, antes de caer nuevamente en el olvido. El poeta Alberti la conoció a su regreso de la URSS y fue quien transportó su cuerpo muerto, en un ataúd de madera improvisado, desde el hospital de El Escorial hasta Madrid, antes de su traslado definitivo al cementerio de Père Lachaise.

Corresponde a José Bergamín la mejor definición de Gerda Taro. Para él fue simplemente la cazadora de luz.
 
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ARTE DE LA FUGA by j. a. sánchez lorenzo is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 España License.